lunes, 27 de abril de 2015

Heroínas del espacio. Carmen Espegel

Christine de Pizan, Le Livre de la Cite des Dames, 1405

“Parece multiplicarse, en este inicio de milenio, un exuberante repertorio de exposiciones, libros, artículos y demás hechos culturales relacionados con la mujer. Sucede como si ésta no hubiera existido como ser social hasta hace tres siglos, cuando empieza a cuestionarse su diferenciación jerárquica y funcional. Seguramente debido a que los historiadores, enciclopedistas, académicos y en general los “guardianes” de la cultura oficial han sido por tradición hombres, los episodios y las obras de las mujeres creadoras, artistas, guerreras, aventureras, políticas o científicas, se han registrado raras veces en la Historia. No es necesario argumentar que la mujer fue considerada históricamente un ser inferior. De esto dan muestra algunas sentencias como “doy gracias al cielo que me ha hecho libre y no esclavo, que me ha hecho varón y no mujer” (Platón), “de todas las bestias salvajes, ninguna hay tan nociva como la mujer” (San Juan Crisóstomo), “la mujer es un hombre enfermo” (Aristóteles), o llegando al mundo moderno con asertos tan denigrantes como el de Ortega y Gasset que identificaba la esencia de la feminidad con el hecho de que “un ser sienta realizado plenamente su destino cuando entrega su persona a otra persona”.

La teoría arquitectónica ha estado influenciada al menos por la filosofía, la sociología y otras ciencias. Todas estas áreas generalmente estaban dominadas por hombres y aunque las mujeres poseían dotes intelectuales y creativas, la sociedad determinaba su papel y cometido. Rita Levi-Montalcini, premio Nobel de Medicina en 1986, ironiza en su autobiografía que resulta inaudito “[que] la presunta diferencia de las capacidades intelectuales entre los sexos masculino y femenino de nuestra especie, se deba al hecho de que el individuo tiene, en el primer caso, un cromosoma X y uno Y, y en el segundo, dos cromosomas X.” Como la educación femenina estaba confinada a la casa y a la familia, las mujeres no tuvieron acceso a “profesiones masculinas” durante mucho tiempo.”
Carmen Espegel, Heroínas del espacio, 2007

lunes, 6 de abril de 2015

La edad de los edificios

Aldo Jesurum, Plaza de San Marco tras el derrumbe del Campanile de Venecia, 1902

Como si de la ciudad de Eutropia se tratara, el Templo Ise en Japón se renueva cada 20 años al realizarse una réplica exacta del edificio en el solar adyacente, mientras que el otro, tras haber cumplido con su función durante ese periodo de tiempo, se destruye. ¿Cuántos años consideramos que tiene el edificio que permanece levantado entonces? La primera celebración data del 692 d.C. y la última reconstrucción fue en el 2013. En este caso, no existe un apego por mantener un edificio antiguo y contemplar su evolución con el paso del tiempo, pero sí por preservarlo más allá de su forma física y tratar que el estilo, la técnica y la función sean lo que de verdad prime.

El Pabellón de Barcelona o el Campanile de la Plaza de San Marco en Venecia son algunos ejemplos en los que tampoco se sabe muy bien dónde establecer su origen. En un momento dado, el edificio original dio paso a una fiel réplica com’era e dov’era; arquitectura como medio para hacer frente al olvido