lunes, 25 de mayo de 2015

Ficciones. Borges

Johan van der Keuken, Montessori primary school de Herman Hertzberger, Delft, 1960-1966

“Pensar, analizar, inventar no son actos anómalos, son la normal respiración de la inteligencia. Glorificar el ocasional cumplimiento de esa función, atesorar antiguos y ajenos pensamientos, recordar con incrédulo estupor lo que el doctor universalis pensó, es confesar nuestra languidez o nuestra barbarie. Todo hombre debe ser capaz de todas las ideas y entiendo que en el porvenir lo será.”

Jorge Luis Borges, Ficciones, 1944

lunes, 18 de mayo de 2015

Hércules Farnesio de Lisipo

Glicón, Hércules Farnesio, siglo III a.C, Museo Arqueológico Nacional de Nápoles

La escultura del "Hércules Farnesio" de Lisipo, incita a circular alrededor de ella para saber qué esconde tras de sí poniendo de manifiesto lo insuficiente de la simple visión frontal, el objeto escultórico se convierte en una narración necesitada de espacio y tiempo, de un ritmo cauteloso que nos permite entender su mensaje. Se genera un vacío espacial en torno a la figura, necesario para la completa comprensión de la obra; un recorrido que parte de una imagen aún por completar. Podríamos decir que se trata de una obra dinámica, que ha conseguido desprenderse del plano bidimensional de observación para originar todo un discurso que obligue al espectador a moverse en torno a ella.


Extracto de la comunicación: Montero Fernández, F. y Vázquez Junquera, C. Los Espacios del Movimiento. Elementos para una Arquitectura Indeterminada. Comunicación en Jornada. V Jornadas Internacionales sobre Investigación en Arquitectura y Urbanismo. Las Palmas de Gran Canaria. 2013

lunes, 11 de mayo de 2015

Instrucciones para subir una escalera. Julio Cortázar

Eliot Elisofon, Marcel Duchamp Descending A Staircase, LIFE Magazine, New York, 1952

“Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquier otra combinación producirá formas quizás más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.

Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre de cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie.)

Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.”

Julio Cortázar, Historia de cronoscopios y de famas, 1962

lunes, 4 de mayo de 2015

Escalera del MAM-BA

Escalera del Museu de Arte Moderna da Bahia de Lina Bo Bardi

Como afirmaba Julio Cortázar, "nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega" (Cortázar, 1962) con la finalidad de conectar puntos a diferentes alturas. Si dejamos a un lado la mera funcionalidad de las escaleras, podemos encontrar ejemplos proyectados que, de manera casi inconsciente para las personas, inducen a realizar nuevos movimientos y comportamientos para quienes las usan. Hay escaleras para subir, escaleras para bajar, las hay para disfrutar y entrar en contacto con el entorno, y otras para llegar rápidamente a su destino. Para Lina Bo Bardi, la escalera del Museu de Arte Moderna da Bahia (MAM-BA) en el Solar do Unhão, no atiende tanto a un aspecto de carácter utilitario, sino que prefiere definirla como un elemento poético, como un baile o un tipo de ruta orgánica (Oliveira, 2006). Parte del análisis del cuerpo y su capacidad de movimiento por el espacio para desarrollar un lugar en sí mismo, donde su interpretación viene marcada en parte por la predisposición de aquel que se adentra en ella, y por la habilidad de la arquitecta a la hora de concebir el diseño.

De planta cuadrada y con cuatro pilares de madera como estructura de apoyo, la escalera aparece como un fuerte eje vertical en medio de una gran sala vacía, capaz de expandirse por todo el entorno circundante, de dilatarse más allá de esos cuatro pilares y envolver toda la sala. Sus grandes dimensiones permiten además distintos entendimientos de la misma y estimula al cuerpo a moverse de diversas maneras. Es aquel que discurre por ella quien experimenta cómo todo el ámbito expositivo se va descubriendo ante él a medida que desciende lentamente por la zona exterior de la escalera.

Se logra un determinado ritmo, un momento de pausa mientras la mirada se dirige al fin último de la sala: las obras expuestas, incitando a la reflexión y el disfrute del arte. La escalera es definida como una escenografía donde uno se siente el protagonista, mientras el arte está inmóvil a su alrededor. Sin embargo, las amplias dimensiones de la escalera, hacen que quien opte por moverse por el radio interior, realice movimientos más rápidos, casi fundiéndose con el pilar central al que se anclan todos los peldaños que parecen caer serpenteando. Las figuras en movimiento que deciden subir, parecen ir a contracorriente, como si se estuvieran enfrentando al orden lógico de la estructura.

Extracto de la comunicación: Montero Fernández, F. y Vázquez Junquera, C. Los Espacios del Movimiento. Elementos para una Arquitectura Indeterminada. Comunicación en Jornada. V Jornadas Internacionales sobre Investigación en Arquitectura y Urbanismo. Las Palmas de Gran Canaria. 2013