lunes, 14 de marzo de 2016

Cabildo de la Catedral de Sevilla. Hernán Ruiz

Planta general del Consistorio de la Catedral de Sevilla. Dibujo de Enrique Dueñas en: 
Ampliato Briones, A. Muro, Orden y Espacio en la Arquitectura del Renacimiento Andaluz, 1996

Hernán Ruiz profundizó en el control visual del espacio mediante el uso de la secuencia de contracciones y dilataciones espaciales con el fin de alterar la percepción y las sensaciones de quien los recorre. En definitiva utiliza la experiencia perceptiva del observador como argumento de control del espacio arquitectónico. El arquitecto partió de dos realidades para concebir estas estancias: por un lado la falta de espacio en un lugar donde los perímetros estaban ya preestablecidos, y por otro, las funciones que debía satisfacer. Proyecta una secuencia de estancias que juega con la percepción óptica del conjunto a través del manejo de diversos recursos arquitectónicos, consiguiendo alterar la sensación de tamaño de cada una de las salas principales gracias a la pequeña dimensión de los espacios de transición.

En la capilla extrema de la esquina Sureste de la Catedral, Hernán Ruiz desplaza a un lateral el altar para disponer un pequeño vestíbulo. Se trata de un reducido espacio concebido como un amortiguador espacial que aísla la zona del Cabildo del trasiego propio de los oficios religiosos. Sus comprimidas dimensiones permiten percibir la siguiente sala como un espacio de gran tamaño a pesar de haber dejado atrás, a escasos metros, la gran montaña hueca.

Se proyectan sucesivas conexiones entre los tres espacios principales, el Antecabildo, el patio del Mariscal y la Sala Capitular, pensados como espacios para el movimiento, como recorridos. Los pequeños pasos subrayan la escala del individuo mientras que los mayores representan al sujeto social, llenos de tiempos de espera. Claramente se diferencian los lugares del movimiento de las estancias y el conjunto se establece como un tablero de juego o un escenario con las posturas marcadas, con los lugares exactos donde tienen que ocurrir cada uno de los episodios que se suceden en la historia del gobierno catedralicio. Podemos imaginar la persona requerida en una espera indeterminada en el Antecabildo, saliendo a tomar el aire al patio del Mariscal hasta que, llamado a presentarse ante los canónigos, era conducido por un trazado curvo que, al contrario de la permeabilidad visual que se producía entre las anteriores salas, impide saber el destino final hasta que irrumpe en la gran sala, desde la puerta de la Sala Capitular, en el extremo de su eje longitudinal y era iluminado por la luz cenital que le caería desde el casetón del techo levantado hasta la altura necesaria para abrirse a la ventana hacia la fachada. (Ampliato 1991,p. 211)


Extracto de la comunicación: Montero Fernández, F. y Vázquez Junquera, C. Los Espacios del Movimiento. Elementos para una Arquitectura Indeterminada. Comunicación en Jornada. V Jornadas Internacionales sobre Investigación en Arquitectura y Urbanismo. Las Palmas de Gran Canaria. 2013

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